No podía dormir pensando en que el
orgullo me puede más que mi propia vida, pensando en que la he
vuelto a cagar ¿cuántas consecutivas van ya? No me dan los cálculos
ni con la calculadora.
Intento animarme con cualquier cosa
para levantar cabeza y parecer que sonrío, pero por dentro me estoy
pudriendo; y nadie puede salvarme.
Llega a ser desquiciante el hecho de
luchar contra uno mismo, porque ambas partes conocen tus puntos
flacos y los golpes son más fuertes de lo normal.
Me duele el pecho, me estalla con cada
latido.
Me lloran los ojos de espanto y horror.
Me tiemblan las manos manchadas de
culpa por la propia susodicha.
Siento que pudro el mundo a cada paso
que doy, llevo el mal en las venas, la envidia en los huesos, el
dolor en el pecho y la culpa en la mente.
Soy tan humana e imperfecta como lo
podría ser cualquiera; pero no soporto ser tan gilipoyas.
Y no puedo decir nada, no puedo pedir
ayuda... Porque estoy en una isla de la que solo yo formo parte.
Porque soy la pieza clave del edificio. Porque sea lo que sea, la
debilidad no esta hecha para mis labios y admisión. Porque la
lastima ha desaparecido de mi diccionario, aunque a veces se empeña
en aparecer, parece no pillar mis indirectas con los disparos de
escopeta.
Ahora escribo esto, mañana escribo
otra cosa, y a cada palabra que tecleo siento que me estoy mintiendo
con la verdad.
¿Qué es lo que quiero?
¿Qué es lo que me pasa?
¿Quién soy?
No lo sé y aunque quisiera saberlo la
mayor parte del tiempo no me importa, e intento evadirme de estas
preguntas con un bombardeo de cánticos punkis que no hacen más que
sacar a mi lado extremista a flote. Entonces es cuando me doy cuenta
de que el mundo no esta hecho para mi y aunque me guste creer que no
me importa, en el fondo, muy a dentro, si lo hace.
Y aunque hablo de libertad, realmente,
no sé ni que es eso. Aunque me digo que soy diferente, no lo soy. Y
cuando me digo que soy especial es una mentira para sentirme mejor
después de cagarla de nuevo.
Ya ves, no intento excusarme, es la
verdad.
Soy una creación de Víctor, soy lo
que la gente odia con temor y sin él, y las antorchas y palos lo
demuestran.
Inteligentemente soy tan soberanamente
imperfecta que a veces me gusta pensar que eso es lo que nos lleva a
la perfección, y no es más que otra burda mentira del bulebar del
triangulo de las Vermudas.
Quiereme y estarás perdido.
Huye y consumete.
Tiendeme una mano y te la morderé.
Y cuando por fin estemos juntos en un
coche durmiendo entre los sillones, tu de copiloto y yo de loca al
volante, cerrare las ventanas y encenderé el gas. Si sobrevivimos al
humo será tu cigarro de después el que nos haga volar en pedazos.
Porque morimos solos, pero acompañado se pasa mejor. Porque las
pastillas son demasiado solidas para mi, porque la pistola es
demasiado cara e ilegal, porque el agua no me quiere hundir, porque
el puenting sin cuerda no es lo mio y porque estar toda mi vida sola
no ha sido tan fabuloso como prometían los refranes.
Y quiero solucionarlo. Que comience la
cuenta atrás.
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