domingo, 10 de febrero de 2013

La sociopata misógina


Odio la luz del día tanto como la poesía de Telma, dichosa sociopata misógina. Su melena rubio cobrizo ondea en el aire con rubor, sus ojos verdes llenos de esmeralda y su estúpida sonrisa... Todo esto en mi ventana a las diez de la mañana, cuando lo único que quería seguir haciendo era dormir.
Me doy la vuelta, si no lo veo no puedo prestarle atención, si no lo veo no existe. Pero en casos como estos, donde tu ventana esta abierta de par en par, aún cuando las persianas estén corridas, alguien puede levantarlas y entrar.
-¡Ryan!-sonrisa, mueca, sonrisa de ella para mi-Despierta, cerdo borrachuzo-me agita.
-De mi para tú, ¿qué tal si te vas a que te den por culo un ratito?
-No me gusta tanto como a ti-dice pensativa.
-¿Qué coño quieres?
-Hoy estas susceptible... Date una ducha que nos vamos.
-Tú siempre jodiendo, largate y cierra las persianas, hazme el favor.
-Ni que te achicharraras... Bueno, tampoco es que este muy soleado.
Mueca, cara de asco, mal de ojo.
-Por lo menos no te da por brillar como una bombillita cuando la luz del sol te cala en los poros de la piel-se ríe de su pequeña broma.
Me tapo enteramente con la manta, y rezo para que se largue a otra parte.
-Arriba, no me hagas decirtelo por las malas.
-Dejame dormir, psicópata.
Me quita la manta.
-Por cierto, ¿te gusta mi vestido?
-Si, es horriblemente feo.
-Ni si quiera lo has mirado-dice con enfado.
-No me hace falta mirarlo para saber que tu gusto por la moda es horrible.
Oigo pasos fuera de mi habitación, por fin se largaba, trastea con algo, pero que más da, se larga. Ha dejado la persiana levantada, la manta en la otra punta de la habitación... Y no tengo ganas de levantarme para nada, así que escondo mi cabeza bajo la almohada.
Oigo más pasos que se acercan con espontaneidad e imprudencia... No se había largado. Valgame dios, en aquel momento desee estar bien muerto.
-Esto por imbécil-me tira un balde de agua hirviendo.
-!LA MADRE QUE TE TRAJO AL MUNDO!-gruño mientras me pongo en pie y me quito la ropa- TE MATARÍA DE NO SER PORQUE LAS MANCHAS DE SANGRE SON DIFÍCILES DE QUITAR.
-Mira que bien lo sabe-se sienta en una silla en la esquina de mi habitación, cruza sus piernas, se mira las uñas-Dejate de estriptis, mister "tío bueno" se impacienta-dice con ironía.
-¿Y tienes que venir tú?-le gruño, me voy a la ducha a refrescarme. Salgo en toalla-No pienso ir, a la próxima se lo pensará dos veces antes de mandar a una sociopata misógina a buscarme.
-Mira, guapo, aquí las cosas se dejan claras desde el primer momento, y sino colaboras las cosas se pondrán feas... ¿Y sabes qué pasará? Qué tú no serás más que otro empalado a lo alto de la colina.-dice agarrandome del cuello con fuerza.
-Sueltame-le miro desafiandola-La próxima vez perderás un brazo.
-Permiteme que lo dude-dice con una sonrisita  mientras me suelta.
-A veces me replanteo el porque se cargarón a Lin, ella era mejor de lo que tú podrás ser jamás-digo con astucia.
Me mira con rabia y odio dibujados en el rostro, apreta los dientes y los rechina. Contiene los puños pegados al cuerpo en un intento por controlar su ira.
-Trent, fue un estúpido al remplazarte por ella-remato la jugarreta.
Me clava las uñas en el cuello con gracia, y sus ojos se vuelven como la llama de peligrosa. Empieza a asfixiarme.
-Vuelve a nombrarla y entonces si que morirás de verdad. Si hay dos cosas que no soporto es a Lin y a ti. No me hagas acabar contigo con un resoplido. Porque sabes que lo haré, no vales nada.
Toso, y cuando me suelta el cuello después de una intensa mirada, me arrodillo en el suelo y me agarro el cuello, que ha empezado a sangrar. Puta psicópata sociopata.
-Y ahora vistete, te espero en el coche, no me hagas esperar demasiado o te arrancaré las corneas para hacerme un cóctel.

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