martes, 12 de febrero de 2013

La sociopata misógina- capitulo 2

El culo se me ha quedado entumecido, habíamos entrado en un garaje... Dios santo, no sabes lo que se agradece tan poca luz.
-¿Tanto te asombra?
-¿El qué? ¿Qué por una vez me hallas dicho la verdad? Dejame pensar... Si.
Me vuelve a mirar con esos ojos tan particulares y amenazantes. Estaba volviendo a meter pata.
-¿No has tenido suficiente?
"No, da me más; no te jode. ¿No crees qué lo del cuello ya es bastante? ¿Y qué me dices del agua caliente, puta?"-si, otra vez me había quedado mudo, otra vez había dejado la evidencia en el aire. Si esto seguía así mi suerte no tardaría en desaparecer de un plomazo.
-Si no tienes más nada que decir, sigeme.
Camina hasta el ascensor y lo pulsa.
-Sexta planta, no te olvides de los modales-dice con un ademán de manos.
-¿No vienes?
-No, ¿me ves con pinta de idiota? La zorra de la secretaria no me cae bien.
"Ya, ya, a ti nadie te cae bien, y menos si no tienen pene o no saben usarlo"
-¿Algo qué deba saber-le pregunto-antes de subir?
-Nada importante, y ahora sube-me empuja a dentro.
Las puertas se cierran y pulso el botón de la sexta planta. Esto no me iba a gustar, como de costumbre.
Odio los espejos, ¿lo había dicho alguna vez? Dan mal rollo.
Algunos lo tachan de portal mágico en el mundo de lo oculto, creencias de que los demonios aguardan tras esa capa fina y reflectante.
Suelto un bufido.
Si reflejarán el alma de una persona como creen algunas culturas, ¿qué vería Telma cuando se reflejara?
Aún así... Los espejos no son muy buenos compañeros de alcoba.
-Buenas tardes, señor Madison-la secretaria con las gafas mas feas que había visto en mi vida... Le sentaban como una patada en el estomago. Minifalda y escote... No estaba mal conservada, vamos a ver: morena con las tetas en su sitio, piernas kilométricas y caderas bien proporcionadas... Aún así no sé que pretendía sacar con eso...
Me mira de arriba a abajo mordiéndose el labio inferior... No es por nada pero no me gusta que me miren con cara de orgasmo sin motivo, y creo que no soy el único, pero que me llamen loco. Da en que pensar.
He llegado a la conclusión de que todos son unos psicópatas.
-Hola...-me agarro la nuca-¿la nueva, supongo?
Si, solían hacer muchos cambios de personal... A veces para bien y otras muchas para mal. Solo había que mirar a Telma.
Metería a la secretaría en el saco, pero cuando una tía así de buena quiere sexo suele ser de utilidad.
-Si, que torpe, no me he presentado-suelta una sonrisa nerviosa.
"Ni falta que hace"
Le sonrío con amabilidad.
-Me llamo Elena.
-Bonito nombre.
Se sonroja como una colegiala.
-El se-se-se-señor Laurence lo espera-dice con nerviosismo mientras me abre la puerta al despacho.
-Muchas gracias, es usted muy amable, Elena-le guiño un ojo. Puede que esto fuera a alguna parte.



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