sábado, 8 de octubre de 2011

En la otra acera

Ya estaba al corriente de que Lyon se había marchado, había partido a la otra acera con una chica desconocida de un precioso traje blanco.  No era muy lejos donde había llegado, después de todo el mundo exterior no estaba hecho para él, que apenas conseguía dar un paso sin que su cerebro se viese colapsado por ideas descabelladas que le traían migrañas. Pero aun así, mira su sonrisa, esta feliz, sonríe, hasta hace poco se paro en medio del peatón sin importarle un comino lo demás. Si no lo conociera diría que se había enamorado, pero él es demasiado cínico para eso.

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