martes, 26 de febrero de 2013

Principito yo no soy tu princesa

Vacío, como tú sonrisa al dar de pleno en mis ojos maquiavélicos. Di me príncipe: ¿cuándo te darás cuenta de que yo no soy tu princesa?

Tengo una rosa que no es una rosa, se la daré a mamá osa, quizás se pudra con sus mil espinas.
Valientes minas las que piso con mis bailarinas, ni un rasguño, solo humo en mis pupilas.
Una hoja de doble filo, las dos palabras que nunca digo, guarda el camino hacia los bosques ya dormidos.
... Tiembla grillo, grita rama, ríe búho, que ya nadie aclama.
Hojas secas, marchitas, putrefactas, rozan la tez de mis pestañas; el viento sopla, la mar resopla y aún me duelen las entrañas.
Tres cosas te digo, amigo mio:
escucha, mira y calla.
Guarda, siente y ama.
Llora, sufre y reclama.

¿Qué opinas de los cuentos de fábula, principito?
¿Son como tú esperabas?
Por favor, guarda te el mito para las princesitas de bragas bajas.

martes, 12 de febrero de 2013

La sociopata misógina- Caítulo 2 segunda parte

Cada vez que entraba en una de sus estúpidas oficinas me daban escalofríos... Que digo eso es quedarse corto, me entraba el pánico. Los pelos de mi nuca se erizaban. Me pregunto si yo era el único que se daba cuenta de que sus paredes estaban llenas de de pinturas siniestras, de muertes fotografiadas en fotogramas, de escrituras-que si me parara a leerlas no entendería ni una silaba-de cabezas colgadas por las paredes... Empezaba a dudar de que todos estos estuvieran mentalmente bien.
 Siempre era un lugar distinto en el culo del mundo y yo tenía que venir arrastrado por Telma y sus uñas de acero.
Si, ya lo sabía. Lo sabía todo, sé de que va mi trabajo, no soy tonto, pero a veces todo era muy... No sé... ¿Excesivo?
-Ya era hora.
-No tengo culpa de que cambies de posición a lugares cada vez más inospitos-me cruzo de brazos.
-No te enfades, sabes que no puedo quedarme en un sitio permanentemente.
-Ahorrate las escusas, ¿qué tengo que hacer esta vez?
-No estas de buen humor.
-Y no es para menos.
Sykes era un cincuentón con una amabilidad un tanto ¿extraña? Tiene unos extraños cortes laterales en la mejilla izquierda, cuchilladas. Sus ojos castaños complementan a las marcas del tiempo, esas arrugas sutiles que recorren sus facciones como el velo de una viuda. Su pelo, aunque canoso y-prácticamente- pegado al casco, sigue manteniendo su brillo natural y la mayor parte del negro que en antaño carbonizaba su mollera. Estaba un poco rechoncho pero nada grabe, a pesar de ello procuraba mantenerse en forma. Juraba y perjuraba que se vengaría.
Sus ojos brillaban con la melancolía de un violín desafinado, la pena de ese hombre era su única fuerza para seguir en pie.
-Ryan, ¿puedo hacer algo? Quizás pueda alegrarte el día.
-Si, Telma ya me lo alegro esta mañana-digo con ironía- Esa pendeja me a arrancado la mitad del cuello, y me ha chamuscado.
-Algo le habrás hecho, ella no ataca así como así. Bueno dejando eso de lado... Tengo un trabajito para ti.
"¿No me digas? Viejo loco"
Efectivamente, otro trabajo, no me gustaba ni un ápice, pero me gustaba más que los anteriores. Era un poquito rastrero, pero mi culo estaba asegurado.

La sociopata misógina- capitulo 2

El culo se me ha quedado entumecido, habíamos entrado en un garaje... Dios santo, no sabes lo que se agradece tan poca luz.
-¿Tanto te asombra?
-¿El qué? ¿Qué por una vez me hallas dicho la verdad? Dejame pensar... Si.
Me vuelve a mirar con esos ojos tan particulares y amenazantes. Estaba volviendo a meter pata.
-¿No has tenido suficiente?
"No, da me más; no te jode. ¿No crees qué lo del cuello ya es bastante? ¿Y qué me dices del agua caliente, puta?"-si, otra vez me había quedado mudo, otra vez había dejado la evidencia en el aire. Si esto seguía así mi suerte no tardaría en desaparecer de un plomazo.
-Si no tienes más nada que decir, sigeme.
Camina hasta el ascensor y lo pulsa.
-Sexta planta, no te olvides de los modales-dice con un ademán de manos.
-¿No vienes?
-No, ¿me ves con pinta de idiota? La zorra de la secretaria no me cae bien.
"Ya, ya, a ti nadie te cae bien, y menos si no tienen pene o no saben usarlo"
-¿Algo qué deba saber-le pregunto-antes de subir?
-Nada importante, y ahora sube-me empuja a dentro.
Las puertas se cierran y pulso el botón de la sexta planta. Esto no me iba a gustar, como de costumbre.
Odio los espejos, ¿lo había dicho alguna vez? Dan mal rollo.
Algunos lo tachan de portal mágico en el mundo de lo oculto, creencias de que los demonios aguardan tras esa capa fina y reflectante.
Suelto un bufido.
Si reflejarán el alma de una persona como creen algunas culturas, ¿qué vería Telma cuando se reflejara?
Aún así... Los espejos no son muy buenos compañeros de alcoba.
-Buenas tardes, señor Madison-la secretaria con las gafas mas feas que había visto en mi vida... Le sentaban como una patada en el estomago. Minifalda y escote... No estaba mal conservada, vamos a ver: morena con las tetas en su sitio, piernas kilométricas y caderas bien proporcionadas... Aún así no sé que pretendía sacar con eso...
Me mira de arriba a abajo mordiéndose el labio inferior... No es por nada pero no me gusta que me miren con cara de orgasmo sin motivo, y creo que no soy el único, pero que me llamen loco. Da en que pensar.
He llegado a la conclusión de que todos son unos psicópatas.
-Hola...-me agarro la nuca-¿la nueva, supongo?
Si, solían hacer muchos cambios de personal... A veces para bien y otras muchas para mal. Solo había que mirar a Telma.
Metería a la secretaría en el saco, pero cuando una tía así de buena quiere sexo suele ser de utilidad.
-Si, que torpe, no me he presentado-suelta una sonrisa nerviosa.
"Ni falta que hace"
Le sonrío con amabilidad.
-Me llamo Elena.
-Bonito nombre.
Se sonroja como una colegiala.
-El se-se-se-señor Laurence lo espera-dice con nerviosismo mientras me abre la puerta al despacho.
-Muchas gracias, es usted muy amable, Elena-le guiño un ojo. Puede que esto fuera a alguna parte.



lunes, 11 de febrero de 2013

Black Bird

No te preocupes si tus alas se han vuelto a romper, quizás volar no sea tan divertido como aparenta. Pequeño cuervo, olvida el dolor punzante de tus sueños incumplidos. Los sueños están para soñarlos no para cumplirlos.
Me dijeron que tu sonrisa no es más que otro pudendo error del engaño putrefacto que te carcome. De la desesperación continua de mareas, de nubes flotantes y consumidas a lo largo del cielo celeste de la noche fría y gris.
Cuando toda tú vida se basa en la espera de un momento, calculas hasta el último segundo, ¿qué tal si aprendes a volar primero? Luego hablamos.
Negro pájaro aprende a volar esta negra noche, por este momento todo irá bien. Vuela a la libertad que nunca tuviste en esa jaula de cristal, no te vuelvas a esconder detrás de un muro de soledad.
Negro pájaro canta esta noche de muertos vivientes. Canta ahora que te sobra tiempo en las manecillas del reloj.

La sosiopata misógina-segunda parte del primer capítulo

La  odiaba... Y dios sabe cuanto.
Aún seguía en el suelo asfixiado-no del todo-, con ganas de quitarme el escozor del cuello y el ardor del cuerpo.
Me tumbo en mi moqueta rojo cereza, respiro ondo y pierdo la vista en las paredes rojas-de ese mismo rojo que tan útil me resulta-de mi habitación abstracta y asimétrica.
Y es que Telma no era un animal de compañía agradable ni mucho menos, ella era el depredador de todo ser viviente o semivivo. SI tubiera que matar a un recien nacido lo haría sin pensarselo dos veces.
Desafiarla no hacía más que empeorar las cosas e intentar arrebatarle el control de la situación podía acabar peor que las víctimas de Jack el destripador. Era más cruel que cualquier tortura o masacre que pudierás imaginar. Era la encapuchada de la guadaña, la mano huesuda para muchos, quizás demasiados. Era el cáncer del universo.
Y yo había hecho las dos cosas. Había intentado joderla y acabe muy mal parado.
No todas las rubias son tontas, ni todas las caras de angeles son buenas.
Después de cinco minutos bien cortos, me levanto del suelo y cojo ropa suelta-pantalones a cuadros amarillos y negros, camisa de manga larga de rayas rojas y negras y unas botas negras-, si cogía algo medianamente pegado me molestarían las quemaduras.
Estaba dudando en si vendarme el cuello o ponerme una bufanda, la muy hija de su madre me había jodido a base de bien. Acabe poniendome una bugfanda negra, así no se trasparentaría la sangre...
Me vestí lo más rapido que puede, no fuera ha ser que esa bruja subiera a rematar la faena.
Cojo las llaves y me guardo las gafas de sol en el bolsillo grande de los pantalones... Estaba lleno de bosillos, siempre me han gustado esas cosas.
Salgo del  edificio, con cara de pocos amigos y las manos metidas en los bolsillos del pantalón.
-Ya pensaba que tendría que ir a buscarte-verdaderamente su traje era preciso, cuello largo y de mangas largas qeu se iban haciendo más anchas a medida que llegaban a las manos y acabadas en punta. Aunque el largo del traje solo llegaba casi hasta las rodillas tenía una porción abierta a su izquierda. Llevaba unas botas largas y contodo tipo de cadenas o lo que fueran, muy decoradas. Se da la vuelta; la espalda,en parte,esta al descubierto y, más de la mitad, recubierta de una tela que la transparenta- Sube al coche-hace un ademán de mano mientras agarra con la otra la puerta abierta de la limusina.
En cuanto a ser discreta... No lo era mucho si tenía la oportunidad de presumir.
Sin musitar ninguna palabra me sente lo más alejado que pude de ella.
Las diez de la mañana se habían convertido en las once menos cuarto, y el cielo cada vez se despejaba más.
-Tranquilo, a donde vamos el sol no te alcanzará las retinas-dice Telma mirando a travez de la ventana.
-No es eso lo que me preocupa-digo sacando las gafas de sol especializadas.
-¿A no? Creí que sí-me hecha una de sus miraditas de arriba a abajo- ¿No te las habrás puesto para vestirte?
-Muy graciosa, Telma-digo con sarcasmo.
-Las rayas no pegan con los cuadros-dice con la evidencia dibujada en el rostro.
"Mira tú por donde que ya las he pegado yo"- eso es lo que le habría dicho de no ser porque hubiese perdido los papeles después de una discución, y entonces habría perdido la cabeza, literalmente.
El resto del camino me lo pase callado, escuchando algunos comentarios despresiativos de Telma y muriendome por dentro.
Tardamos horas en llegar al culo del mundo y no tubo la "amabilidad" de decirme a donde ibamos ni con qué fin. Como siempre, y al final no es nada bueno. Nunca lo es.

domingo, 10 de febrero de 2013

La sociopata misógina


Odio la luz del día tanto como la poesía de Telma, dichosa sociopata misógina. Su melena rubio cobrizo ondea en el aire con rubor, sus ojos verdes llenos de esmeralda y su estúpida sonrisa... Todo esto en mi ventana a las diez de la mañana, cuando lo único que quería seguir haciendo era dormir.
Me doy la vuelta, si no lo veo no puedo prestarle atención, si no lo veo no existe. Pero en casos como estos, donde tu ventana esta abierta de par en par, aún cuando las persianas estén corridas, alguien puede levantarlas y entrar.
-¡Ryan!-sonrisa, mueca, sonrisa de ella para mi-Despierta, cerdo borrachuzo-me agita.
-De mi para tú, ¿qué tal si te vas a que te den por culo un ratito?
-No me gusta tanto como a ti-dice pensativa.
-¿Qué coño quieres?
-Hoy estas susceptible... Date una ducha que nos vamos.
-Tú siempre jodiendo, largate y cierra las persianas, hazme el favor.
-Ni que te achicharraras... Bueno, tampoco es que este muy soleado.
Mueca, cara de asco, mal de ojo.
-Por lo menos no te da por brillar como una bombillita cuando la luz del sol te cala en los poros de la piel-se ríe de su pequeña broma.
Me tapo enteramente con la manta, y rezo para que se largue a otra parte.
-Arriba, no me hagas decirtelo por las malas.
-Dejame dormir, psicópata.
Me quita la manta.
-Por cierto, ¿te gusta mi vestido?
-Si, es horriblemente feo.
-Ni si quiera lo has mirado-dice con enfado.
-No me hace falta mirarlo para saber que tu gusto por la moda es horrible.
Oigo pasos fuera de mi habitación, por fin se largaba, trastea con algo, pero que más da, se larga. Ha dejado la persiana levantada, la manta en la otra punta de la habitación... Y no tengo ganas de levantarme para nada, así que escondo mi cabeza bajo la almohada.
Oigo más pasos que se acercan con espontaneidad e imprudencia... No se había largado. Valgame dios, en aquel momento desee estar bien muerto.
-Esto por imbécil-me tira un balde de agua hirviendo.
-!LA MADRE QUE TE TRAJO AL MUNDO!-gruño mientras me pongo en pie y me quito la ropa- TE MATARÍA DE NO SER PORQUE LAS MANCHAS DE SANGRE SON DIFÍCILES DE QUITAR.
-Mira que bien lo sabe-se sienta en una silla en la esquina de mi habitación, cruza sus piernas, se mira las uñas-Dejate de estriptis, mister "tío bueno" se impacienta-dice con ironía.
-¿Y tienes que venir tú?-le gruño, me voy a la ducha a refrescarme. Salgo en toalla-No pienso ir, a la próxima se lo pensará dos veces antes de mandar a una sociopata misógina a buscarme.
-Mira, guapo, aquí las cosas se dejan claras desde el primer momento, y sino colaboras las cosas se pondrán feas... ¿Y sabes qué pasará? Qué tú no serás más que otro empalado a lo alto de la colina.-dice agarrandome del cuello con fuerza.
-Sueltame-le miro desafiandola-La próxima vez perderás un brazo.
-Permiteme que lo dude-dice con una sonrisita  mientras me suelta.
-A veces me replanteo el porque se cargarón a Lin, ella era mejor de lo que tú podrás ser jamás-digo con astucia.
Me mira con rabia y odio dibujados en el rostro, apreta los dientes y los rechina. Contiene los puños pegados al cuerpo en un intento por controlar su ira.
-Trent, fue un estúpido al remplazarte por ella-remato la jugarreta.
Me clava las uñas en el cuello con gracia, y sus ojos se vuelven como la llama de peligrosa. Empieza a asfixiarme.
-Vuelve a nombrarla y entonces si que morirás de verdad. Si hay dos cosas que no soporto es a Lin y a ti. No me hagas acabar contigo con un resoplido. Porque sabes que lo haré, no vales nada.
Toso, y cuando me suelta el cuello después de una intensa mirada, me arrodillo en el suelo y me agarro el cuello, que ha empezado a sangrar. Puta psicópata sociopata.
-Y ahora vistete, te espero en el coche, no me hagas esperar demasiado o te arrancaré las corneas para hacerme un cóctel.

jueves, 7 de febrero de 2013

Podría, pero no quiero.

Me pongo un poco romántica cuando veo el pequeño hoyuelo de tu sonrisa, me pongo nerviosa cuando me la regalas, me exaspera que luego te vallas.
Pequeños ojos verdes, mirada atravesada, mar de lágrimas, ¿quién acompañará a mi almohada ahora que ya no necesito la cama?
Podría hacer cualquier cosa. Podría cerrar los ojos y aparentar que estoy durmiendo cuando entras en mi habitación. Podría regalarte otra sonrisa. Podría esperar a tu sonrisa otro día. Podría perder la guerrilla a posta. Podría perder otra. Podría amarte en un intento por conservarte. Podría pedirte que no te marches. Podría decirte que te he tomado el pelo. Podría mandarlo todo a la mierda. Podría hacer el paripé solo para olvidarte. Podría arrancarme los sentimientos a cachos y uno a uno. Podría arrancarme el corazón para hacer tripas corazón en la bandeja de los invitados. Podría condenar mis emociones a sepultura.
Podría hacerlo, podría, creeme...
Pero no quiero.

¿Qué es lo más importante?

A menudo se nos olvida que lo más importante no en un bien material que te ha dado un ser querido; a menudo se nos olvida que lo más importante es cualquier estimulo que aunque solo sea por una milésima de segundo, te hace feliz.
El miedo a olvidarlo hace que nos aferremos a lo material, y que creamos que eso es lo importante.
Pero eso no implica que sea malo o bueno, raro o normal, especial o aborrecible, que este bien o mal...
Simplemente forma parte de un recuerdo que puedes tocar.