viernes, 22 de junio de 2012

Carta escondida (*)

Me muero por dentro y no, no quiero tus besos.Ya no puedo robar más vidas, porque ya ni el infierno me quiere. A ojos tuyos soy un ángel, pero he clavado más estacas que palabras.
Es que nadie sabe escuchar.
Nadie me sabe escuchar.
Nadie me deja hablar.
Porque los presos no hablan. Eso es, somos presos, monos de feria. Nos tratan como bobos y  tienen razón. Bobos, porque la libertad nos la pela.
¿Qué esperabas?
No tengo besos de despedida para nadie.
No estoy de humor para escuchar falsos retoques.
Puedo oler las mentiras desde aquí.
No quiero convertirme en uno de ellos, no quiero meterme todas las sustancias de la felicidad por cada poro de mi piel. No quiero darle la espalda al mundo. Porqué ni esto es mundo ni yo tengo el coraje para dar media vuelta. Por el amor de Dios, no, no tengo paciencia para esperar por una estúpida mentira que me pueda creer para poder dejar mi libertad y lo poco que me queda de dignidad de lado. No puedo quedarme de brazos cruzados manteniendo una vana esperanza por esta humanidad famélica.

Y Noa, entiendo, de verás que lo entiendo, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras ponen barrotes y esposas en todas partes. Ambos sabemos que perseguimos lo mismo con métodos distintos, yo doy voces, armo escandalo; tú te escondes y hablas para el silencio.
Y sinceramente, ojalá no fuera así, pero no te voy a obligar a hacer algo que no quieres. Porque aunque siempre fuiste la persona a la que mis labios se alegraban de rosar, aunque siempre fuiste la persona a la que más aprecio tuve-y seguirás siéndolo- no puedo abrirte puertas de las que luego no sabrás salir.

Sé que es casi imposible, pero mi último deseo sería volver a verte una última vez, antes de que mis fuerzas no den para más y las pistolas del juicio me apunten al pecho. ¿Me lo prometes?


                                                                                                      Petter Durthy

No hay comentarios: