domingo, 1 de julio de 2012

Capítulo 2

-Tranquilo habrá ganas durante toda la tarde, y la noche si hace falta.-dice con picardía, mientras me agarra la mano.
-Me refería a que nos estamos mojando, merluzo.
-No me negarás que la idea no te seduce-me coge entre sus brazos, me guiña un ojo y me besa con pasión.
-Quita, ahora no quiero tus mimos. Estoy enfadado.-dije apartandolo con dificultad.
-Eso lo hará aún más divertido.
-A ver si cuando te muerda la oreja te parece divertido.
-Te pasas toda la vida gruñendo, te vas a convertir en un viejo amargado antes de tiempo.-sonríe.
-Nunca te tomas nada enserio, a ti y a tu maldita amabilidad todo le parece bien. Me pones enfermo, te odio, no tienes porqué venir sino quieres. No tienes porqué estar conmigo si te molesta...
-¿Acaso yo he dicho que no quiera? ¿A caso te he dicho que me molestas? Creo que jamás en mi vida te he dicho semejante cosa, pero si lo que quieres es perderme del mapa, porque eres tú el que realmente no me soporta, me lo dices a la cara que yo me largo.-dice cabreado; una de las pocas veces que Paul se enfadaría, una de las pocas veces que me reprocharía algo, una de las pocas veces que su amabilidad quedo callada.-¿qué, no dices nada?¿o es que te ha mordido la lengua el gato?
-No lo entiendo.
-¿El qué?
-No entiendo como puedes preferir estar conmigo a ser feliz.-niego con la cabeza.
-No tienes que buscarle la lógica a todo, porque hay cosas que no las tienen.-me da un beso en la mejilla-A veces pienso que eres tú el que no quiere vivir así.-dice con tristeza. Lanza un suspiro al aire, y se acuesta sobre mi regazo.
-Puede que sí o puede que no, ¿quién lo sabe?-repondo mientras le acaricio su pelo rubio enmarañado y me pierdo en sus profundos ojos azúles.

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