Sin palabras más que sea que pudieran
definir esa idea de elegancia errónea escuchamos tales blasfemias
contra el ser humano que no somos capaces de ver lo que tenemos
delante. Apreciamos lo que nos falta y despreciamos lo que tenemos.
Queremos lo que otros tienen y nos deshacemos de lo que los demás
ansían. Echamos de menos lo que perdemos y nos redimimos en mentiras
que no son nuestras.
Queremos ser lo que patrocinan unos
anuncios, pero es otra de las mentiras que nos decimos para quedar
bien. No quieres otra cosa que no sea lo que tu subconsciente promete,
pero tu consciencia lo deja de lado. Cuando el resto del mundo te
desprecia por lo que eres, no es más que otra táctica de celos.
Cuando el mundo quiere hacerte cambiar, necesitas ponerte en pie y
plasmar tu aroma sobre lo que sale de esas bocas apestosas. Tú eres
tú y ellos son ellos, si todos somos iguales dí me: ¿Qué me
diferencia del resto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario