Miras a través de un cúpula que te
envuelve, llena de trampatojos. Si nada es real ¿qué lo es?
Antes de que tu bote personal de
imaginación se fundiera como los plomos de una vieja casa, tenías
algo que decir. Ahora no queda nada que puedas salvar dentro de este
mundo controlador. Las palabras te hacen vibrar, te hacen sentir
emociones que creías perdidas, pero si no son las tuyas apenas te
queda algo que darle al resto, y tú te conviertes en uno más de
ellos. Si la música al compás de unas palabras que producen un
sentimiento de devoción en tus oídos desaparecen, sin dejar rastro,
no te queda nada.
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