Sientes esa puñalada trapera que ha
dado de lleno en tu corazón hecho de mármol … ¿Cómo puedes
explicar una debilidad? No puedes. Claro que no... Da miedo...
Asusta... ¿Qué es lo que sientes cuando todo lo que recorre tu
cuerpo es esa maldita debilidad? Te asusta pensar que sólo por ello
serás más fácil de desvanecerte en la nada, miedo al daño que te
puedan provocar.
Sientes la impotencia recorrer por tus
venas, apenas puedes inmutar palabra, apenas te puedes mover del
sitio, te sientes a gusto, pero sabes que algo falla... Tú no eres
así. Te replanteas la idea de salir corriendo o en su defecto de
mandarlo todo a la mierda, para que te odie y no tengas que volver a
preocuparte, para que no tengas miedo a desaparecer o romperte en
pedazos. Pero esa sensación... Sentir que por una vez encajas en
algo... Sentir que por una vez no sobras... Oh Dios, es tan hermosa,
tan dulce y apacible en mis labios que no sé si me repugna o lo
quiero.
Y simplemente no quiero existir para el
mundo, pero quiero ser alguien, no quiero que me conozcan, pero
quiero ocupar un lugar en esta cadena alimenticia.
Suenan las campanas, mis campanas, ya
han dado la hora... y si bien me queda algo por decir o hacer, es
tarde, no hay vuelta de hoja. Pero si alguna vez me arrepentí de
algo... Fue de no decirte lo mucho que apreciaba lo que más tarde
perdí por no hacerlo... Si alguna vez me arrepentí de algo...Fue de
no oír un “te quiero” salir de mis labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario