Caminar por la arena del paraíso es
casi tan difícil como pisar las espinas del infierno, nadie es tan
bueno como para ser un héroe, ni nadie es tan malo como para merecer
el sufrimiento eterno.
Y cuando esperas una compensación que
no te deja dormir, te mueres en sueños que jamás serán reales.
Lágrimas innecesarias corren por tus mejillas porque jamás tuviste
valor para cumplir los sueños que el resto y tú mismo te negabas;
ahora lo has perdido todo y ¿qué has ganado a cambio? Nada que
merezca la pena recordar.
¿De que te sirve decir lo que nadie va
a oír?
[…]
-Se acabo, me retiro.
-Cobarde.
-¿Cobarde? Eramos más de 400 y ahora
somos unos 16, venga Ian, vamos a ser realistas ¿crees que tenemos
alguna posibilidad?
-No, yo no he dicho que la tengamos.
-Pues no hay nada más que
hablar-Charlie se da la vuelta.
-Me parece un poco hipócrita de tu
parte que defiendas algo por lo que has jurado dar tu vida y ahora te
eches atrás, ¿cuántos han muerto? Tú hermana esta entre esos, y
vienes a decirme que te largas. ¿Cómo narices esperas que me lo
tome?
-Se acabo, esta no es mi guerra, no
quiero formar parte de una lucha que no va a llegar a ningún lado.
-Quizás no lo entiendas pero esto,
nuestro sacrificio quizás sea el derecho del resto en algún futuro
que espero que sea cercano.
-Pues sigue tu camino, yo lo abandono.
-Charlie...-se da la vuelta- ¿Crees
que no te siguen? Nos tienen controlados, y si saben quién eres o
tienen la más mínima prueba irán a por ti, ¿lo sabes no?
-Pero no moriré con una imagen
deplorable.
-Depende de quien lo recuerde.
-Ian, no voy a cambiar de opinión,
esta vez no. He perdido lo suficiente como para darme cuenta de que
esta es la línea que marca mi límite.
-Haz lo que quieras, pero no dejarás
de ser un cobarde.
-Tenemos diferentes puntos de vista,
esa palabra no significa lo mismo para ambos.-dice con la tristeza
marcada en su media sonrisa.
-Lo dices para morir con la conciencia
tranquila.
-¿Tú no? No sigas por esa línea,
intenta olvidarlo y busca otra vida que pueda satisfacer tus deseos.
-Sabes de sobra lo que pienso. No me
voy ha echar atrás.
Y así quedo la cosa, un día soleado
como aquel se convirtió en el más triste y decadente para aquellos
dos jóvenes que alguna vez predicaban lo mismo con la misma baza.
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